sábado, 30 de junio de 2012

Sobre el rencor y algo más



A raíz de un comentario de Chica Cactus, y por una conversación que tuve anoche, me ha dado por escribir acerca del rencor. O el despecho.

Cuando, después de estar más de un año en una relación con Sol-y-Sombra, y llevar meses dándome cuenta de que seguía con él por pena (esto es muy duro y muy cruel, soy consciente... pero nadie es perfecto, y los sentimientos no se pueden controlar) me decidí a poner fin a aquello. Quedamos y le expliqué que me había dado cuenta de que yo había pasado a verlo más como un amigo que como una pareja, que lo seguía queriendo pero no de la manera que debiera, que lo apreciaba muchísimo y no quería herirlo... cosas que se dicen con el corazón pero son tópico total.

Su primera reacción fue la negación, obviamente: que nos diéramos un tiempo, porque él estaba seguro de que yo sí lo quería, que solo estaba confundida. Yo ni confundida, ni leches. Sabía que lo nuestro se iba a pique por intentar mantenerme junto a alguien que no me atraía. Pero aún así, acepté el tiempo porque soy pava. Le avisé de que no iba a cambiar de opinión, y él que erre que erre. Obviamente en ese "tiempo" él no dejó de enviarme mensajes de que no podía comer, dormir, ni hacer nada. Que estaba muy deprimido, que no tenía sentido, que le dijera pronto que íbamos  a volver.

Cuando por fin le dije que mi decisión era definitiva, vinieron las amenazas: me voy a suicidar, te vas a arrepentir, nadie te querrá como yo, mi vida se va a acabar, prefiero estar muerto... Os podéis imaginar que el sentimiento de culpa generado fue bestial, aunque lo capeé bien y me mantuve firme en su decisión. Como es lógico, no pasó ninguna de estas cosas, y en poco tiempo encontró a otra muchacha para darle su amor. Y yo, me alegré.

Pero he aquí una fase que no hubiera esperado: apartar a toda la gente que podía de mi. No sé qué lo causó... quizá porque un día un antiguo amigo mío (que daba la casualidad que se conocían pero que ya no tenían relación por las continuas salidas de tono de Sol-y-Sombra mezclado con un poquito de hijoputismo) me invitó a tomar algo y hablar. Parece que se sintió como si estuviera marcando con mi pis en su territorio, o algo por el estilo, por lo que optó por empezar a inventar mil cosas y a soltar sapos y culebras. Que si Loba es una falsa, va muy de buena pero luego es una tal, que fíjate, que mira lo que ha ido diciendo de ti, que mira lo que opina de Fulanito, que mira qué me ha hecho... vamos, unas trolas más gordas que Falete después de Navidad.


Bueno. Yo no entiendo mucho de estas cosas, pero tampoco soy perfecta y muchas veces se e ha ido la lengua y he comentado con mis amigos más cercanos cosas acerca de el susodicho ex que me habían dolido, o les he contado los motivos de mi ruptura. Creo que es normal ¿no? Lo que no entiendo son las ganas de destruir al contrario en su propio círculo, el absurdo TE VOY A JODER LA VIDA. ¿Qué quieres que te diga? Si tanto me querías, ¿qué haces metiendo mierda? ¿qué haces?

Es duro dejar a alguien, y también que te dejen.  Pero cada cual tiene su versión. Anoche estaba hablando con mi vecina y amiga desde-que-nacimos (nos llevamos menos de un año) y me preguntó por qué no había contado nada acerca de las razones por las que había dejado al Alcántara, hace ya más de medio año. Al final le contesté la verdad: que no quería meter mierda. Y es que se conocen de lejos, pero otra de nuestra pandilla dice ser su mejor amiga (la que nos presentó). Lo que no voy a hacer es aportarles unos datos que van a cambiar su forma de verlo. ¿Qué necesidad hay? ¿Acaso gano algo aireando su misoginia, su porte radical, a gente que lo quiere?

Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Desde luego, si esta chica quisiera salir con él, quizá le advertiría. Pero si no, ¿qué necesidad tengo de enemistar a dos buenos amigos? Sé que en parte la que pierde soy yo...  aunque me da igual perder. Yo lo que no quiero es hacerle más daño al Alcántara del que fue estrictamente necesario. Y sí, también está con otra chica ahora, vuelve a tener pareja y supongo que vuelve a ser feliz...  Yo no soy la última cocacola del desierto (no sé a quién leí esta frase pero me encantó). No soy necesaria.


¿Qué nos impulsa a querer destruir a la otra persona? ¿A querer dejar su vida como un campo sembrado de sal? ¿Despecho? ¿Odio? ¿Rencor? Cuanto más maduros nos vamos haciendo, más vamos pensando con la cabeza. Pero hay gente que no cambia, y sigue estancado en una estúpida guerra de guerrillas con sus anteriores parejas, en las que cuanto más daño hacen más machotes se sienten. Solo he conseguido tener una buena relación después de dejarlo con el Señor Ameba, y personalmente agradezco que así sea, aunque se ponga un poco "perro del hortelano" a veces. Si quise a esas personas antes, no tengo por qué echarlas de mi vida para siempre. Me alegro de su felicidad y de su éxito... siempre y cuando no intenten joderme. 


Y luego viene el tachar de puta porque te han rechazado. Que eso ya es la repanocha... Hay una frase que odio y me dan ganas de matar cada vez que la oigo, y es "todas putas". Ahora se está poniendo muy de moda desde el auge de los memes y las páginas de humor de internet, y ojalá se quedara ahí... porque la mayoría de chicos que me rodean lo repiten como un mantra entre jiji y jaja. ¿Acaso os parece maduro y caballeroso eso? ¿Acaso creéis que tenéis razón? ¿Creéis en serio que una chica que pudiera estar mínimamente interesada en vosotros va a seguir a vuestro lado con esas actitudes que tenéis? Pues queridos, permitidme que os diga: NO.

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