miércoles, 26 de septiembre de 2012

Temblando

Hoy he vuelto a sentir vergüenza, frustración, humillación y miedo. He sentido que he vuelto atrás en el tiempo a una época que no conocí pero está llegando, nos está inundando. Siento que tengo tan claras mis ideas en la cabeza que nada puede convencerme de que lo que está ocurriendo es normal, es merecido, es elogiable. 

Soy una persona normal. No soy un ultra, ni una tía violenta, ni una anarkista, ni una comunista nazi. No soy más que una joven estudiante que está viendo cómo el país que la acogió y la vio nacer se hunde en la miseria, en la violencia y en la intolerancia. Veo cómo las fronteras ideológicas parecen pesar más que los derechos humanos, los derechos de nuestra Constitución. ¿Acaso no tengo yo derecho a manifestarme pacíficamente? ¿No puedo reunirme con mis amigos para demostrar mi rechazo hacia una senda emprendida por este Gobierno? ¿No pone en la Constitución que como ser humano pensante, independiente y digno, puedo ejercer mis derechos de libre expresión y concentración siempre que actúe de lado de la ley? Siempre he respetado la autoridad de la policía, de la Ley. Nunca he robado un caramelo. Nunca he insultado a un agente. He confiado en que están aquí para defenderme, para acudir a ellos si algo malo me ocurre, para cuidar a las personas que caminan por las aceras y encerrar a los delincuentes. 

Pero cada vez me altero más.

Me altero al ver cómo nos tratan. Me altero al ver las reacciones, las provocaciones, los palos, los gritos, la ocultación de sus placas. Me siento como si fuéramos YO, MIS AMIGOS, MI FAMILIA, MIS CONCIUDADANOS un grupo de delincuentes. Porque no asumimos lo que nos están imponiendo desde arriba, porque ellos se sienten defraudados con aquellos a los que votaron, porque están hartos de mentiras y manipulaciones por parte de unos y de otros, porque están cansados de perder. Y el pacifismo se me escurre y se me cae por la alcantarilla, me hierve la sangre, jaleo a aquellos que plantan cara a la policía que siempre he respetado, e incluso me alegro si éstos se llevan un palo... que no los pienso defender ante nadie. Ante nadie. No creo que ninguna persona en su sano juicio quisiera armarse con tapas de cubos de basura y palitroques para atacar a policías armados con escudos y porras, con pistolas de pelotas de goma que hacen un daño tremendo y te pueden volar un ojo. Pero a esto llegamos. A esto estamos llegando. Y muy a mi pesar, veo que empiezo a apoyarlos... que me entra sed... de algo parecido a sangre. 

Podéis decirme que soy una absurda. Pues no os diré que no. 

Si alguien me lee que tenga familia o amigos policías, desearía que no se tomara esto como una ofensa personal... excepto si apoyan estos comportamientos violentos hacia la ciudadanía y condenan que la ciudadanía se defienda. En EEUU esto no pasaría porque los ciudadanos -mal que me pese- van armados con pistolas. ¡A buenas horas se le ocurriría a un agente atacar así porque sí a una masa en América! Y si algo parecido ocurriera dimitirían 10 políticos, no se pondrían a elogiar lo ocurrido.

Solo sé que esta desventaja no va a durar siempre. Me gustaría que las cosas se controlaran antes de que llegue EL CAOS. Porque llegará. Puede que en una de estas se les vaya la mano y se carguen a una persona: un menor de edad, o una ancianita que pasaba por allí... tanto da. Puede que algún día se metan con un loco y éste reaccione con una agresividad desorbitada. Pueden pasar muchas cosas en este país de pandereta... 

... pero la paciencia no dura para siempre. Y el CAOS llegará. Los ciudadanos que pasan estrecheces están cansados, desmoralizados, agotados. Cada vez son más y están más cabreados. Son muchas cosas por las que preocuparse, muchas personas que no ven salida. También hay locos, descerebrados. 

Estamos llegando a un punto en el que la violencia es pan de cada día. Y un día esta misma violencia les va a explotar en los morros a estos bastardos malnacidos (perdonadme la expresión) que cogen la Constitución y la Ley y la ponen a cuatro patas para follársela. Para follársenos. Así de claro. 

 Mientras tanto, Rajoy se fuma un puro en Nueva York y alaba "a la mayoría silenciosa de españoles" que no se manifiesta. Andrea Fabra gritó "que se jodan" hace tiempo. Ahora el Gobierno habla de la agresividad de los manifestantes, y niega el abuso policial. ¿Queréis saber una cosa?

ESTO ES AGRESIVIDAD CIUDADANA:


Y ESTO:


Y ESTO OTRO:


ESTO TAMBIÉN:


Y ACOJONA, ¿VERDAD? Pues es lo que están provocando. No vengan a tocar los cojones con que no tiene justificación. Porque si esto llega, que tengan claro que lo podrían haber evitado con otro comportamiento. Que los manifestantes llevan mucho tiempo respondiendo con palmas blancas de manos a las porras. Que muchos de nosotros estamos hartos, muy hartos. Que deberían estar agradecidos de que aún no hayamos empezado a crear cócteles molotov a pesar de su violencia y su prepotencia. 


...Y sinceramente, a mi pesar, si algún día esto estalla, yo ya sé de parte de quién voy a estar. 

También muy a mi pesar digo que a esta España de pandereta no llegó a tiempo la guillotina. Pero tiempo al tiempo. Que se está agitando mucho la coctelera y el gas tiene que salir por algún sitio.

martes, 25 de septiembre de 2012

Mi drogaína (1): MISTS OF PANDARIA

* Atención: este post contiene información friki de primera clase. 

Que conste en acta que en un primer momento no me convenció. Que cuando salió el vídeo promocional le saqué pegas como que por qué no podrían ser los personajes jugables de otro modo, con cabezas de otra cosa. Me sentí rara con el nuevo sistema de talentos y me parecen más graciosos que entretenidos los combates de mascotas. Que conste en acta que, aunque no me haya hecho aún con Mists of Pandaria, estoy reflexionando muy seriamente acerca de ello. 



Cosas que me llaman la atención antes de comprar la expansión:

  • Mucha gente se queja de la ambientación del nuevo continente, esta vez con claros toques asiáticos en lugar de medievales o fantásticos como World of Warcraft nos tenía acostumbrados. Es cierto que en un primer momento choca un poco con la estética del juego, pero yo lo veo refrescante y especial. ¿No estáis ya cansados de castillos llenos de lucecitas, de bosques oscuros y de construcciones góticas? Creo que es una manera de enriquecer el juego, introducir paisajes totalmente distintos (o eso espero) y nuevas referencias culturales de un país enorme tan distinto a Europa que, al menos para mí, sigue transmitiendo misterio y curiosidad. 
  • Diseño mejorado: no es ninguna sorpresa que en cada expansión se supera el apartado de diseño y arte. Conforme avanzaba el juego (sobre todo el cambio Normal-Burning-Lich King) se hacía más y más evidente que a pesar de no tener un diseño estrictamente realista sino enfocado a lo cartoon, el departamento diseño se ponía las pilas para ofrecer unos contenidos más adultos, más oscuros, explotando las posibilidades como si se tratara de un "cómic en 3D" (como a mí me gusta llamarlo) que igual sirve para ofrecer unos paisajes coloristas y llenos de luz como zonas devastadas por la peste y la muerte. La facilidad con la que se transmiten sentimientos y el carácter de cada lugar es apabullante, el juego con el color y los ángulos, la música... conforme vamos profundizando en cada zona descubrimos un mundo nuevo, lleno de fascinantes criaturas y enemigos que da gusto ver. 
  • La música. Ya quedé sorprendida en la Lich King al ver en youtube ésa maravilla de trailer con la canción de "Arthas my son". Yo, que fui jugadora del Warcraft original, me emocioné hasta que los pelos se me pusieron como escarpias y se me humedecieron los ojos al ver tan bien animado a mi personaje (y villano) favorito... acompañado de ésa música, ¿quién no se emociona? Pues bien, a mí me parece que uno de los puntos fuertes del WoW (y que no se reconoce como merece por la mayoría) es la música envolvente y brutal que nos acompaña en cada escenario. Estoy deseando oír los efectos y el hilo musical de Mists of Pandaria. 
  • La nueva clase monje... me entra curiosidad.
  • El sistema raro de batallas de pets que me recuerda al Pokémon. A ver, seamos conscientes... el pokémon molaba en nuestra infancia. Era gracioso y tenías criaturicas monas hechas por japoneses locos. Sin embargo aunque me entre un poco de nostalgia, no sé hasta qué punto funcionará este sistema de mini-juego en algo tan grande como el Wow. Personalmente, creo que se deberían enfocar más a crear un argumento duradero y sólido, atractivo para los adultos y que permitiera seguir movilizando al personaje una vez llegas a nivel máximo... en lugar de inventar chorraditas por muy graciosas y divertidas que sean.
  • El precio es de 35 euros... aunque sumados a los 13 mensuales... ay, no sé. Debería hacer cálculos.

Cosas que me tiran para atrás:
  • El principal problema del World of Warcraft es EL ABURRIMIENTO: y es que cuando acabas de explorar todas las zonas, haces unas cuantas misiones y alguna bg caes en una espiral de tiempo gelatinoso. Cuando estrenamos una expansión la sensación de novedad y sorpresa dura bastante, pero una vez nos cogemos a la dinámica del juego todo se convierte en lo mismo. No hay un argumento claro, solamente debes subir de nivel haciendo misiones (algunas muy repetitivas, aunque esto se va subsanando gracias a la imaginación de los creadores) y matando bichos. Una y otra vez. Hoy, mañana y para toda la semana. Por eso yo no duro demasiado en el Wow cuando he explorado todo lo nuevo... porque no me aporta nada y me aburro. 
  • No me acaba de gustar que llevemos hombres-panda -o pandarens-. Che, ¿no podrían haber puesto otra cosa, otro animal más carismático? Yo quería un hombre tigre, o un hombre félido. No sé, que pudiéramos elegir el pelaje y esas movidas. Los hombres panda son un rollo. Tienen cara de pacíficos y son monos, achuchables. No quiero que mi personaje sea achuchable, prefiero una troll con mala leche o una enigmática elfa de la noche a un osito. Pero seguro que caigo y me hago uno. Eso sí, me gusta que la osita panda sea rechoncheta y sexy sin someterse a la figura estilizada y anoréxica de muchas otras razas. ¡ME GUSTA ESO! 


Supongo que tengo más motivos a favor y más en contra de comprarme Mists of Pandaria. Me gustaría mucho probarlo... aunque no sé cuándo me haré con él. No quiero que interrumpa mi rutina de estudios y trabajo ni quiero engancharme (lo cual será inevitable una vez lo tenga y hasta que entre en fase "esto me aburre ya"). Además tampoco es que mi economía esté para echar cohetes a volar.


¿Me lo compro? ¿No me lo compro? ¿Me lo compro? ¿No me lo compro? 

¡¡Hombres y mujeres frikis del interné, yo os invoco, dadme una respuesta!!





Cuando lo compre -si es que lo hago- os daré mi opinión más sincera y detallada. Promise. 

lunes, 24 de septiembre de 2012

El adiós definitivo

El otro día pasé por una experiencia buena pero dura. Supongo que en el fondo estaba más que preparada e incluso lo sabía desde hacía mucho. Aún así no se puede evitar algo de dolor, algo de pena, cuando se va alguna persona que ha sido importante en tu vida... aunque sea por un acuerdo mutuo. 

El otro día Señor Ameba desapareció de mi vida, y creo que definitivamente. Lo conozco. Nunca ha sido valiente, ni decidido... así que seguro que esta es una de ésas acciones que quería llevar a cabo hace tiempo y por fin se ha atrevido. Me dijo que necesitaba que yo desapareciera definitivamente de su vida para él poder rehacer la suya, después de más de un año desde que lo dejamos (dejé). Que cada vez que ve una foto mía o me lee, vuelve a sentir "lo mismo que cuando te conocí". Que cuando nos vimos en la estación se tuvo que controlar hasta el infinito para no besarme... (cosa que yo no noté, vamos, porque estaba más soso que el agua de fregar).

El caso es que necesita dejar de saber absolutamente nada de mí. Necesita que yo desaparezca para seguir adelante. Que sufre. Que necesita olvidarme. A mí me da lástima no haber conseguido mantenerlo, pero lo comprendo y lo respeto. En el fondo me tranquiliza porque sé que de amor ya no se muere nadie, y que él encontrará a otra chica que tenga "menos energía y menos ganas de vivir", que comparta con él -o al menos no odie- el amor por los videojuegos, y que lo enseñe a ser un hombre de verdad. Quizá tarde un poco en encontrarla, pero él es una buena persona, es delgado y alto, tiene un pelo precioso y unos ojos profundos junto a una bonita nariz ganchuda (a mí me parecía preciosa). Es atractivo, es bondadoso, y calmado... y supongo que encontrará una chica que lo quiera. Pero yo no soy esa chica y no puedo estar robándole más tiempo para que la conozca.

Duele un poco saber que no volveré a verlo. Aunque no lo quiera como pareja ni como "hombre". Aunque cada vez lo vea más soso y más infantil. Yo lo quise, y muchísimo. Estuve dispuesta a luchar contra la distancia y contra todo lo que se me pusiera por delante para estar con él, pero él me quitó la ilusión poco a poco, hasta que vi que esa lucha era inútil: ¿Y si conseguía llegar a tierra, si conseguíamos estar juntos DE VERDAD, y seguía así? ¿Seguiría yo queriendo compartir mi vida con alguien que parecía darle prioridad a la Play Station que a mí, o tan perdido en su ordenador que se olvidaba del mundo exterior? ¿Alguien a quien viajar le causaba tantos problemas, que no sentía curiosidad por ver el mundo porque prefería una pantalla? ¿Un adolescente tardío aunque con un corazón de oro?... no sé. 

Supongo que siento una mezcla de emociones. No quiero tirar sus cosas porque yo lo considero aún una persona amiga, alguien "importante" aunque forme parte del pasado. No lo veo como un enemigo ni como alguien que me pueda joder la vida, ni a quien jodérsela yo... Lo respeto y lo aprecio mucho, pese a todo lo ocurrido, pese a los agobios a los que me ha sometido en ocasiones, pese a los momentos incómodos. Sé que él es de una manera determinada. Quizá las cosas hubieran sido distintas si nos hubiéramos conocido en otro momento, o si él hubiera sido más maduro. Si me hubiera demostrado más lo que sentía. Si no hubiera sido necesario perderme para darse cuenta de que me quería de verdad. Pero no. No ha sido así y no tiene sentido pensarlo. 


Sólo espero que le vaya bien en la vida. 
Sé que no sabré jamás nada de él... pero espero que le vaya bien, y que sea feliz allá donde esté. Que su senda lo guíe por verdes prados. Y que, cuando encuentre a una chica que le haga vivir de nuevo, me lo haga saber. Yo me alegraré mucho.





jueves, 20 de septiembre de 2012

10 Cosas que se me dan fatal

1. Los chistes: aunque soy simpática y comunicativa, y no tengo ningún problema al relacionarme con los demás, lo de contar chistes ME PUEDE. A lo mejor empiezo con toda la energía del mundo, pero cuando siento la atención de los demás recayendo en mi persona, me convierto en tortuga: vamos, que me siento como si se me metiera la cabeza dentro del caparazón, me repliego dentro de mí misma, y el chiste se apaga y se convierte en un hilo de voz tembloroso que por supuesto no me hace gracia ni a mí.

2. El deporte: cuántas horas de sufrimiento en clase de gimnasia de pequeña. El profesor no tenía otra cosa que hacer que ponernos a correr en torno al campo de fútbol, y mi antiguo yo tenía asma. Total, acababa en el suelo sin poder respirar, a punto de desmayarme. Que sí, que me ahogaba mogollón. Y cuando se me empezó a pasar el asma, tenía pitos al tomar y expulsar el aire. Esto se traducía en que no me esforzaba ni me gustaba el ejercicio, y por supuesto era la última en ser elegida en los deportes de grupo.

3. Fingir que me importa lo que me cuentas: aunque no quiera ser maleducada, aunque no quiera que te enteres de que no tengo interés en lo que me estás diciendo, aunque quiera ocultar que no estoy escuchando... a mí se me nota. Vamos, eso creo. Se me ve en la cara, la mirada se me pierde y mis respuestas pasan a ser comodín ("sí, claro", "pues tienes razón", "vaya"...), con un tono monocorde de robot. Mi mente pasa a ser poseída por un mono con platillos.

4. Recordar fechas: me sé cuatro. Mi cumpleaños, el de mi padre, el de mi vecina y el de Chicombre. Los tres primeros porque son el mismo mes que el mío y muy cercanos entre sí. El de Chicombre porque se forma cambiando de orden las cifras del mío. Y ya. La gente suele enfadarse porque no recuerdo sus cumpleaños ni sus santos ni nada, así que ¡bendito facebook que te lo recuerda! Eso sí, como haya alguno que haya puesto una fecha falsa para ver quién se acuerda (rollo "voy a ver quién me quiere de verdad de la buena") pincho seguro. Habrá que andarse con ojo.

5. Los nombres: mi cerebro borra automáticamente los nombres de la gente nueva. En serio, es que se presentan y es como que oigo Klingon. O me caes muy bien, o me molas mogollón, o me caes fatal para que me aprenda cómo te llamaron tus padres. La otra opción es que seas muy plasta. Y créeme, necesitas serlo mucho para que se me quede tu cara y tu nombre.

6. Los shooters: esos videojuegos de pistolas. No puedo. Si el destino de la humanidad dependiera de que yo matara un bichocon los mandos de la play, UNO SOLO, nos extinguiríamos.

7. Olvidar una ofensa: no soy una santa ni quiero serlo. Es muy difícil enfadarme, pero cuando se me toca las narices no hay vuelta atrás. Puedo ser bastante radical en este aspecto: una vez exploto es casi imposible que se me pase... y ése estado puede durar años. En cuanto pongo la cruz a alguien se acabó lo que se daba, normalmente para siempre.

8. Las discusiones: las odio con toda mi alma y soy horrible discutiendo. No me gustan los malos tonos. Me hacen sentir fatal los gritos y los comentarios hirientes. Luego me siento culpable, cuando nadie me ve lloro y me deprimo. Eso sí, si me importa un carajo la otra persona, y me toca mucho los ovarios, soy la primera en pegar un corte aunque luego sienta que no tengo derecho a atacar a nadie. Las cosas de una educación basada en el autoescarnio.

9. Las multiplicaciones: si os digo que no me sé las tablas de multiplicar y entré a la universidad sin sabérmelas...

10. Ser constante: yo soy más de las que esperan a que la providencia, la inspiración, el destino o Harry Potter se me aparezcan y me indiquen que es hora de ponerse a currar. Soy horrible organizando mi tiempo, por ejemplo en los estudios. Como sé que tonta no soy y que me aprendo las cosas leyéndolas un par de veces, me confío... y patapám. Dos días antes estoy aprendiéndome una asignatura entera de 15 temas. Lo curioso es que no suelo suspender. Eso sí, cuando hay una asignatura que me aterroriza bien que empiezo con dos semanas de antelación.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Vuelvo!

Diría que sé que merezco una paliza por no haber pasado por aquí durante los muuuchos días que este blog ha estado silencioso, pero es que no es así, ¡copón! He estado disfrutando de las últimas semanas antes de que empezara la universidad, así que creo que tengo excusa. ¡Bueno, a partir de ahora estaré tan a menudo como pueda publicando cositas!

La verdad es que no podía haber pedido un final mejor de vacaciones, de Las Últimas Vacaciones A Lo Grande que voy a tener en mi vida (o eso espero). No sé, se me metió en la cabeza que debería disfrutar este verano todo lo que pueda, y así estoy haciendo. Y es que al ver a mi padre que no tiene vacaciones ni quiere cogerlas por miedo, a la gente que solo puede disfrutar de una semana de descanso merecido, y a unos amigos que pasan por unas estrecheces económicas de dos pares, creo que este será mi último año de descanso estudiantil... siempre que no me vaya derechita al paro, claro.

He estado viajando un poco, y créeme cuando te digo que me acordaba mucho del blog: "ay, cuánto tiempo sin actualizar, me van a dejar de leer", "Oh, cuánto tiempo desde mi última entrada", "¿Cómo irán las vidas de la gente a la que leo?".... etc,etc,etc. Eso sí, tampoco es que estos pensamientos y ése echar de menos mi rinconcito virtual me estuvieran amargando la cabeza, no os voy a engañar. 

He comenzado ya la Universidad. Último año. Últimas asignaturas. Sólo tengo ganas de aprobar todo y de que esto se acabe. Hablando con sinceridad me daría exactamente igual dejar de ver para siempre a la mayoría de compañeras... algunas no, por supuesto, pero aún así la mayoría podían perderse en Mordor y yo ni me acordaría de su cara. Y es que tengo un don para memorizar solo aquello que interesa, una memoria selectiva que va a tope: 

- ¿Te has enterado? Marian la pija lo ha dejado con el novio porque le estaba poniendo los cuernos con Patricia la de la cafetería. Y Marian le ha robado el móvil nuevo a Patricia y lo ha tirado a la fuente mientras le gritaba "puta, puta" en mitad del descanso y delante de toda la universidad. Y han subido el vídeo a internet. ¿Qué fuerte, no?
- Pues no sé de qué me hablas ni de quién. No estaba aquí ese día.
- ¿Cómo que no? ¿No sabes quién es Marian?
- Ni Patricia la-de-la-cafetería. 
- Joder Loba, si hiciste una exposición con ellas hace un mes. ¡Mira que eres despistada! ¡No te enteras de nada! Llevan en clase desde primero.
- Pues no, no sé ni su nombre... pero es que tampoco me aportan nada, es que ni caigo en quiénes son. Me dan igual.
- Joder, la chica ésa que siempre viene con tacones a la biblioteca es Marian, ésa que habla como si llevara sopa en la boca. Y Patricia es la morena que siempre interrumpe en clase.
- ¡Ah, sí, ya caigo en quienes son! Pero me sigue dando igual la noticia: son malas personas, las dos, se les ve y a través de estos años no han hecho nada bueno, solo protagonizar cotilleos y criticar a los demás. No merecen que recuerde sus nombres, no me interesan. 

Y así. Y me quedo más a gusto que un arbusto, tan fresca. Puedo vivir sin que me cuenten las últimas llamadas de atención de estas pavas.

Nunca había hablado de mi clase de la universidad: es como vivir en una estúpida película de institutos americanos, con su fiesta de graduación, sus sabotajes de ponche y todo. 
Cuando salí de bachillerato pensaba que en la Universidad todo sería distinto, que se acabarían esos absurdos grupitos peleados entre ellos, que me tendría que ahorrar a esa gente que te mira por encima del hombro, que aunque no todos fuéramos íntimos habría cordialidad y respeto entre nosotros, que la gente que se ríe de ti por los pasillos y te critica habría madurado y se acabarían esos malos rollos.



Bueno, pues al entrar en la universidad descubrí una Verdad universal: Nena, a la Universidad entra la misma gente que acaba Bachillerato. Punto pelota. Ni hermandad ni buen rollo ni chufas en vinagre. La mis-ma. 






Grupo 1: En clase hay un grupo de Pijas que te miran perdonándote la vida, se ríen a las espaldas de cualquiera que no va a la moda, no saludan a nadie y fingen que no existes. Serían las animadoras en un instituto de América, o las protas de Chicas Malas (algún día contaré por qué lo digo). Suelen estar interesadas en la moda y, curiosamente, en lo último de Belén Esteban. ¿Que cómo lo sé? Pues porque lo comentan en clase, puesto que tienen nulo respeto por el profesor. Sólo hablan conmigo cuando quieren apuntes y favores. Sus actitudes son de risa, como si se creyeran las reinas del insti y estuvieran siempre esperando al baile de graduación. Alguna buena habrá, pero yo no me la he cruzado. No me interesan.

Grupo 2: Luego están las poligoneras. Son majas a ratos, pero muy broncas. Conmigo tienen una relación de "no te veo; como mucho te saludo y te pregunto dudas, pero luego no tengo interés". Bien. Ellas me respetan, yo las respeto, pero ya. 

Grupo 3: Luego hay otro grupo con el que me llevo muy bien. Son bastante heterogéneas y nos llevamos genial. Coincidimos el año pasado en la asignatura de Comunicación Audiovisual y desde entonces nos tenemos mucho cariño. Tenemos desde una chica un poco agitanada pero con corazón de oro hasta una súper responsable que quiere dedicarse al periodismo de decoración y que sueña con casarse con su chico cuando acabe la carrera. La verdad es que son un encanto todas, son majas y cariñosas, buenas estudiantes (la mayoría) y mu'modennas. Me encanta estar con ellas. 

Grupo 4: Y luego está mi grupo. Que sinceramente yo no sé qué hago ahí y cada año lo sé menos. Como solemos juntarnos con el grupo 3 tampoco lo noto tanto, pero últimamente cada vez paso más millas de estar con ellas. Son infantiles y competitivas, las mejores estudiantes de la clase... pero aún así son algo envidiosas, y conmigo se han cebado a veces. Supongo que siempre fueron las "margis" del cole, a veces carecen de habilidades sociales y son muy cerradas y territoriales con sus amistades, siempre quieren destacar y quedar por encima, ser las números 1. Como no les paso ni una, y a veces opto por fingir que soy un poco broncas, no se meten conmigo ni se arriesgan a que les suelte un corte -que mira que me duele soltar pullas, pero si no, no puede ser-. Pero cuando hay chicos delante, o cuando alguna de ellas quiere destacar (que es muy a menudo) siempre tienden a ridiculizarnos a Sara y a mí. Sara las considera amigas-muy-amigas y sufre un poco, pero como la pasota soy yo... pues como si rabian de celos.

Grupo 5: los desconocidos. Aparecen una vez al cuatrimestre y luego se van, así que no me molesto mucho en hablar de ellos pues no los conozco. Suelo saludarles y ser maja, pero tampoco sé cuándo los voy a volver a ver.


Es triste que siga habiendo estas clasificaciones en clase y que se dediquen a hacerse la guerra unas a otras en 5º de carrera. Me parece muy tonto, sin sentido. 

En fin. Este es el ambiente de mi universidad. Y allí vuelvo. Sinceramente, qué ganas tengo de dejar ya esta carrera y empezar Bellas Artes. ¡Cómo me ha decepcionado Periodismo, y cómo me ha decepcionado su gente! Pero nada, a acabar y a pelear como una jabata por tenerlo todo aprobado y salir de aquí de una vez...